martes, 23 de octubre de 2018

LAS FEMINISTAS GUERRILLERAS DEL SEXO


Balance de nuestra época


LAS FEMINISTAS GUERRILLERAS DEL SEXO


Siempre más consciente de su dignidad humana, la mujer ya no admite ser considerada como un instrumento: exige ser tratada como una persona tanto en su hogar como en la vida pública.”
Cuando el Papa Juan XXIII con su exacto sentido de la justicia pronunció esas palabras –sorprendentemente coincidentes con los conceptos vertidos, casi en la misma época, por Betty Friedan, “caudillo” del movimiento feminista norteamericano seguramente no calculaba la carga de agresividad que esa exigencia de ser “tratada como una persona” iba a desatar.


En estos años implacables y violentos, la mujer está haciendo su propia revolución. En todos los países, bajo todos los regímenes. A las mujeres les faltaba un gesto para darle un hachazo definitivo a sus ataduras con el pasado. Tean que escabullirse de la famosa protección masculina, de esa caparan defensiva, y prisión a la vez, en la que dormitaba apaciblemente la tradicional mujercita tímida, débil y doméstica; había que cruzar una barricada. Y lo hicieron. Por supuesto, cuando se lanzaron a la calle a exigir sus reivindicaciones con un ímpetu que recordaba a las sufragistas de principios de siglo, fue preciso reconocer que al fin, los movimientos feministas no son más que un espejo que refleja las situaciones sociales: esas crisis reflejan, de manera vistosa aquellas otras crisis más profundas, los problemas de una sociedad que procura su madurez.


Para la historia de las luchas y las conquistas femeninas, el año de 1970 fue sin duda muy importante. Fue en 1970, en efecto, que esa lucha se radicalizó, se diversificó, se hizo en algunos casos tremebunda y se amplió a los más diversos sectores. En el capítulo de las conquistas, el 70 también fue un año fecundo: la enmienda a la Constitución aprobada por la Cámara norteamericana y la ley del divorcio en Italia –aún con la oposición de muchas mujeres– pueden contarse entre ellas.


AÑO 1970: LAS ENCRUCIJADAS


El día de la gran protesta de las “panteras rosas” norteamericanas ese 26 de agosto en que se celebraban los cincuenta años del voto femenino, jornada programada con paros generales de las trabajadoras, mítines, conferencias, movilizaciones, etc. las sufragistas parisienses también realizaron sus demostraciones de repudio a la “sociedad patriarcal”, y hasta colocaron sobre la tumba del Soldado Desconocido una corona de flores con esta inscripción:


A la mujer del Soldado Desconocido”, declarando: Celebramos esta manifestación para recordar que siempre hay alguien más desconocido que el Soldado Desconocido, y más oprimido que el último de los oprimidos: las mujeres”.


En Dinamarca, las “medias rojas”, hijas espirituales de las militantes “medias azules” inglesas del siglo XIX, hermanas cuerdas de las desencadenadas “come-hombres” norteamericanas, también realizaron manifestaciones y protestas exigiendo sus “reivindicaciones”.


No se limitaron a formar caravanas portando carteles y agitando “brassieresya se sabe que el “brassier” es considerado por las rebeldes como un símbolo de esclavitud: por las calles de Copenhague llegaron a organizar una exposición pública titulada: “La condición de mujerzuela de la mujer moderna. También provocaron disturbios durante la elección de Miss Dinamarca (símbolo de la explotación de la mujer como objeto sexual”) y protestaron contra el Día de la Madre (“hipócrita exaltación de la esclavitud doméstica”); paralizaron el tránsito y hasta tuvieron encuentros violentos con los obreros en un congreso sindical.


En Alemania Federal también se movilizaron el año pasado las organizaciones feministas, y lo hicieron además en Holanda y en México. En Francia entre el 20 y el 22 de noviembre, se realiuna Asamblea Constituyente Femenina (en Versalles), a la que llamaron sus organizadoras “Estados generales de la Mujer”, con una obvia cuanto irónica referencia histórica. El más difundido semanario femenino francés “Elle”, patrocinó una encuesta en la que sobre todo se enjuiciaba la institución llamada matrimonio. Lo que no significó una novedad, ni mucho menos exclusivamente francesa. Porque posiciones similares, y todavía más radicales, han tomado desde hace tiempo las norteamericanas.


En Estados Unidos, en efecto, existen variadas organizaciones feministas, algunas de las cuales difunden programas de inusitada violencia: “Hay que arrojar a los hombres por la ventana”. Por ejemplo Kate MiIlet, revolucionaria, aclamada autora de “Sexual Politics”, todo un best-seller, conocida como “Ia Karl Marx del movimiento feminista”, ha declarado “Hasta hace cinco años, y antes era todavía peor, se habrían dejado las cosas como estaban. Hoy, en cambio, con el Movimiento de Liberación de la mujer, que se expande a ojos vistas en todos los Estados Unidos y en muchas otras partes del mundo, las ideas que expongo en mi libro incitan a las mujeres a la acción y hacen pensar a los hombres, por lo menos a los que no son muy “obtusos”. Su organización está preparando un film titulado “Tres vidas”, que será una feroz denuncia de la discriminación a la cual las mujeres están todavía sujetas “en esta sociedad creada para dar satisfacción a los hombres”.


Las mujeres norteamericanas, como se ha apreciado en el correr del año pasado [1972], se han vuelto muy aguerridas en lo referente a la igualdad de los sexos. Les interesa, además terminar con el mito de la “Matriarca yanqui”, tan difundido en el mundo.


Luego de la publicación de su Mística de la femineidad” y de su posterior militancia activa, el nombre de Betty Friedan ha llegado a ser tan conocido en su país como el de Jackie Onassis, lo que tal vez no sea un elogio. En calidad de líder, fundadora de la Organización Nacional de Mujeres; “NOW”, autora también de un himno titulado desafiantemente “Liberación ahora” algunos de cuyos versos dicen: “Escapamos de nuestra jaula. Somos algo más que madres y esposas con vidas de segunda mano”. Betty Friedan personifica, como quizás ninguna otra de las que luchan por lo mismo, ese gran movimiento feminista que ha estado sacudiendo la vida norteamericana.


Para que la opinión pública se entere de la verdad sobre millones de compatriotas, Betty Friedan fundó su movimiento, el “NOW”, que cuenta con más de diez mil activistas. Tras su ejemplo han surgido otras organizaciones algunas de tendencia muy extremista, que se están revelando peligrosamente combativas. Una de las luchadoras más radicales, Dana Desmore, ha dicho “Deberíamos desertar incluso de lecho conyugal. La actividad sexual es fastidiosa, sólo una pérdida de tiempo”. Mientras, Marlene Dixon, otra revolucionaria, proclamaba:


Las esposas y las madres deberían rebelarse ante las obligaciones familiares. El matrimonio es el principal instrumento para perpetuar la esclavitud femenina”.


La Friedan, menos belicosa, se muestra más razonable: “Yo estoy por la alegría de vivir. Por tanto, nada de tragedias familiares. Son sistemas que no ayudan a corregir injusticias”.


Estas tendencias, sin embargo, están equilibradas por alguna otra, sostenida por movimientos y organizaciones que hasta auspician el mantenimiento de la supremacía masculina. Principal representante de tal tendencia o corriente es Marie De Pasquale, de religión católica y ascendencia italiana, fundadora del movimiento “MOM” (“Men our master”, es decir, algo así como “los hombres son los patrones”).


Marie De Pasquale es soltera y trabaja como secretaria; afirma que, a pesar de cumplir una actividad doble con respecto a la del hombre, cobra un sueldo menor; pero no se lamenta por este estado de cosas, sino lo encuentra hasta lógico y natural, dado que los hombres “pelean y mueren por nosotras”. Los hombres, asegura Marie, mantienen a las mujeres y les permiten vivir más y heredarlos; además, son gentiles y caballeros; abren las puertas a las demas [sic]; ayudan a ponerse el abrigo, les pagan sus diversiones, y saben decir piropos.


Los objetivos del “MOM” , creado recién en el año 1969, pero que ya cuenta con miles de adherentes cuyas edades oscilan entre los 23 y los 70 años, son los siguientes: Reconocer la fuerza física masculina y la capacidad del hombre para hacer negocios, presupuestos indispensables para mantener la superioridad masculina y garantizar la femineidad de la mujer”.


El enemigo más acérrimo del “MOM”, tan conformista, es una agrupación extremista de concepciones revolucionarias: la “Women lnternational Company from Hell”, lo que vendría a significar, casi literalmente, Compañía Internacional de Mujeres del Infierno”. En realidad, las iniciales de la sigla inglesa “witch” componen la palabra “bruja”. De acuerdo a la teoría de sus afiliadas, las antiguas brujas no habrían sido otra cosa que las primeras “guerrilleras” auténticas que lucharon contra la opresión de la mujer. El actual movimiento de estas brujas modernas tiende a un objetivo muy sencillo pero muy radical: el matriarcado absoluto.


Así están planteadas las cosas, en este terreno de las reivindicaciones femeninas, para el correr del año 1973. Los hombres tendrán que ir aprendiendo a usar el paracaídas, porque van a ser arrojados masivamente por las ventanas.


Revista Sucesos para todos, número 2068, enero 20 de 1973, México D.F. páginas 26 a 30.

No hay comentarios:

Publicar un comentario