miércoles, 10 de junio de 2020

Imperialismo, revolución industrial y unificaciones



Luego de Napoleón las potencias vencedoras intentaron restablecer el antiguo régimen según los principios de compensación y legitimidad, es decir, restablecer en el trono de los países a las familias reinantes antes de la Revolución Francesa y compensarles ‒restituirles‒ las pérdidas. Sin embargo los cambios estaban dados y no sería fácil quitarlos, así en Francia, por ejemplo, se restituyó a los Borbón ‒con Luis XVIII, primo del decapitado Luis XVI‒ a quien luego sucedió Carlos X, pero una revolución en 1830 lo obligó a abdicar, llegando al trono su primo Luis Felipe de Orleáns ‒que tenía fama de liberal‒ pero a quien una nueva revolución en 1848 también obligó a renunciar y se restableció la república francesa, ganando la presidencia el sobrino de Napoleón: Luis Napoleón Bonaparte, quien en breve (1852) se proclamaría “Emperador de los franceses” aunque mantendría ‒como su tío‒ los derechos conseguidos durante la revolución. Procesos similares ocurrirían en los demás países, donde se concederían derechos y constituciones a los súbditos, como en Austria, Hungría y Prusia, o bien en Inglaterra, donde se alternarían gobiernos laboristas y conservadores.

Napoleón III


Como ya vimos, la historia de México y Europa, o más específicamente Francia, se cruzan nuevamente con el establecimiento de un protectorado francés, vía el Imperio de Maximiliano, en la década de 1860. Entre tanto en Europa como en el mundo los avances tecnológicos fomentaban la Revolución Industrial, que tendría su máximo auge con la invención de la máquina de vapor ‒que comenzó a mover la maquinaria de las fábricas, a los barcos y al ferrocarril, haciendo más fácil y rentable el traslado de materias primas y de productos para el consumo, pero también creando inhumanas condiciones de explotación del proletariado cuya miseria crecía de una forma inversamente proporcional a la riqueza de los dueños de los medios de producción: industriales y banqueros.



El fenómeno de la explotación inhumana de las clases proletarias trajo consigo la formación de movimientos de resistencia diversos, como el ludismo que ingenuamente pretendía mediante la destrucción de las máquinas volver a formas de producción que permitieran el empleo de las personas, que veían en aquellas la causa de la pauperización de la gente. Este movimiento fue impulsado por el obrero Ned Ludd, quien en “1811 incendió varias máquinas textiles a modo de respuesta a las represiones que el proletariado estaba sufriendo.”1



De mayores vuelos teóricos resultaron los llamados socialismos “utópico” de Robert Owen, Louis Blanc, Charles Fourier y Saint Simon, y el “científico” de Karl Marx y Friedrich Engels.



Robert Owen propuso en 1813 el cooperativismo para dar ocupación a los desempleados a través de comunidades agrarias y la creación de un nuevo orden moral consistente en una vida en común, sin matrimonio, y el dinero sustituido por el trabajo hora.



Charles Fourier creyó que si se lograba desaparecer las diferencias entre las clases sociales se conseguiría una sociedad más humana y feliz. Así propuso la organización de la sociedad en falansterios, es decir, agrupaciones de 1,620 personas que convivirían en un mismo edificio y donde cada participante trabajaría de acuerdo con sus aptitudes e inclinaciones.



Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint Simon, proponía un orden social en el que deberían existir sólo tres clases: sacerdotes, sabios e industriales. No estaba en contra de la propiedad privada, pero ésta debía tener una función social: se proporcionaría trabajo a todos, y todos tendrían la obligación de trabajar según su capacidad.2



Louis Blanc significa un importante nexo entre el socialismo utópico y el socialismo científico: propuso la creación de talleres sociales que fueron establecidos por la presión de los trabajadores de París, durante la Segunda República Francesa‒. Su sistema se basaba en la propiedad pública y en la planificación económica estatal.3



Por su parte Marx y Engels observan un mundo dividido en dos clases sociales antagónicas: el proletariado (campesinos, obreros, empleados y artesanos) y los dueños de los medios de producción (los capitalistas: empresarios, banqueros, comerciantes e industriales). La lucha de estas clases no es nueva, ya ha existido en el pasado, pero con distintos nombres: esclavos y esclavistas, siervos y señores feudales, proletarios y capitalistas. Ven el sistema de explotación de la gran mayoría por una minoría con privilegios como una gran injusticia que sólo se acabará cuando los proletarios tomen el control de los medios de producción y establezcan un gobierno socialista que administre las riquezas y la producción, dándole a todas las personas trabajo y los medios de satisfacer sus necesidades primarias. Dicho Estado Socialista desaparecerá cuando los seres humanos hayan aprendido a vivir en comunidad, sin ambicionar lo que otros tienen porque todos tienen lo mismo y son felices. Es decir con el establecimiento del comunismo. Sin embargo lo anterior no se lograría de común acuerdo entre las partes involucradas -proletarios y capitalistas-, por lo que es necesaria la revolución socialista para revertir el injusto sistema establecido. Por ello es que en 1848 Marx y Engels publicaron su manifiesto en el que convocaban a todos los proletarios a unirse para liberarse del capitalismo: El Manifiesto del Partido Comunista. (“Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. “¡Proletarios de todos los países, uníos!”)

Karl Marx


Entre tanto las potencias europeas y los intereses capitalistas se expandían colonizando el continente africano y repartiéndoselo entre sí, con el pretexto de "llevarles la civilización": Francia se apropió de grandes zonas del noroeste africano (Túnez, Marruecos, Argelia, Mali, Níger), además de Madagascar; el Reino Unido se quedó con Ghana, Nigeria, Uganda, Kenia, Zambia, Zimbabue, Botsuana y Sudáfrica; Portugal con Angola y Mozambique; Alemania con Namibia, Tanzania y Camerún; e Italia con Libia, Somalia y Eritrea. Durante un siglo los países europeos explotaron las riquezas africanas: carbón y diamantes, todo tipo de recursos naturales y humanos sometiendo a los africanos a la total servidumbre oro, caucho, marfil. El caso más típico y atroz de la explotación africana lo proporciona el Congo, en la región central, un territorio de mas de dos millones de kilómetros cuadrados ochenta veces más grande que Bélgica que en la repartición Conferencia de Berlín, organizada por el canciller alemán Otto von Bismarck en 1884 le fue entregado como su posesión personal al hipócrita rey Leopoldo II de Bélgica, presidente honorario de la Sociedad para la Protección de los Aborígenes y anfitrión de la Conferencia Antiesclavista de 1889 quien tras fundar la Asociación Internacional Africanaen 1876–, para liberar a los pueblos oprimidos en el África Central, se dedicó a explotarlos inmisericórdemente en la producción de caucho necesario para la incipiente industria automotriz castigando incluso con la muerte y la mutilación propia o de los familiares a quienes no cumplieran con su cuota diaria de caucho.

Reparto de África



Luego del reacomodo entre liberales y conservadores en Europa, los vaivenes políticos llevaron a la unificación de dos estados que hasta el momento habían estado disgregados en una multitud de pequeños reinos: Alemania e Italia, cuyos esfuerzos unificadores provendrían respectivamente del Reino de Prusia, en el caso de Alemania, y del Reino de Cerdeña, en el caso italiano. Ambos estados verían alcanzada su conformación actual en el año de 1871.



En el caso de Alemania, la llegada al poder del rey Guillermo I Hohenzöllern sería decisiva, éste se rodeó de personas importantes y convenientes para sus fines como el estadista primer ministro Otto Von Bismarck, el ministro de guerra, Albrecht von Roon y el mariscal de campo Helmuth von Moltke, quienes formarían el mejor ejército de la época y con este comprometerían a Prusia en empresas bélicas que darían como resultado la integración del Imperio Alemán. Los mas de trescientos reinos alemanes estaban integrados en una confederación presidida por el Imperio Austriaco, por lo que para lograr la unificación era necesario primero quitar la hegemonía de Austria sobre la confederación, para ello Bismarck comprometió a Prusia en una guerra contra Dinamarca por la posesión del Estado alemán de Schleswig-Holstein, en la cual participó Austria junto a Prusia. Ganada la guerra se impuso una administración conjunta austro-prusiana en los territorios ganados y esta sirvió como el detonante del conflicto buscado por Bismarck entre Austria y Prusia. Previamente Bismarck se aseguró la neutralidad de otros estados europeos con intereses en la zona, como son Francia y Rusia, a quienes prometió compensaciones territoriales y ayuda militar a cambio.
 
Bismarck



La guerra autro-prusiana duró poco, en siete semanas el ejército prusiano había derrotado al austriaco, y al término de la guerra sólo cuatro estados, que habían apoyado a Austria, faltaban a Prusia para lograr la completa unificación de Alemania: Baviera, Wirtemberg, Baden y Hesse-Darmstadt. Para lograr la anexión de los mismos era necesaria una nueva guerra contra un enemigo externo y el enemigo por antonomasia de los pueblos alemanes era Francia. El pretexto lo daría la sucesión al trono español.



En el año de 1870 la reina Isabel II de España fue destronada por una revolución y los españoles le ofrecieron la corona a un primo del rey Guillermo I, pero Napoleón III le exigió a éste que hiciera público que nunca permitiría que entonces como en el futuro surgiera la candidatura de un Hohenzöllern al trono de España. El rey de Prusia se negó a dar esta garantía y desde el balneario de Ems le envió a Bismarck un telegrama relatándole su entrevista con el embajador francés. Bismarck filtró “el telegrama de Ems” a los periódicos, abreviado de tal forma que resultaba insultante y así, el 19 de julio de 1870 Francia le declaró la guerra a Prusia, apareciendo a los ojos del mundo como un llano agresor. Los cuatro estados restantes del sur de Alemania se unieron a Prusia y la Confederación del Norte, y juntos derrotaron al ejército francés en esta guerra, al término de la cual, con la victoria alemana, se firmaron los acuerdos de paz en el Palacio de Versalles, proclamándose el nacimiento del novel Imperio Alemán al mando del Emperador Guillermo I.



En similar proceso la unificación de Italia corrió a cargo del rey de Cerdeña Victor Manuel II, quien apoyado por el Conde Camilo Di Cavour emprendió los entramados políticos y bélicos que concluyeron en el nacimiento de Italia.

Camilo Benso Conde de Cavour


Cavour metió a Cerdeña a la Guerra de Crimea, contra Rusia, como aliada de Francia y de la Gran Bretaña, lo que le permitió hacerse de dos poderosos aliados. Sabía que la unificación italiana sólo podría lograrse con la derrota de Austria -que dominaba el norte de Italia-, por lo que necesitaba provocar un conflicto con este país y además contar con aliados. Así logró un acuerdo con Napoleón III, en el que a cambio de su ayuda, Cerdeña le cedería el ducado de Saboya y el puerto de Niza, en los cuales predominaban los habitantes de habla francesa.



El siguiente paso era provocar a Austria, así que los nacionalistas italianos promovieron disturbios en Lombardía y Venecia, y Cerdeña empezó a hacer movilizaciones militares provocando que en abril de 1859 Austria le enviara un ultimátum exigiendo la desmovilización inmediata, pero éste fue rechazado por Cerdeña y Austria le declaró la guerra el 29 de abril.



La guerra duró unos meses y los sardos y los franceses derrotaron a los austriacos en las batallas de Magenta y Solferino, y los obligaron a abandonar Milán y toda la Lombardía. Los triunfos avivaron el nacionalismo italiano y los patriotas de Módena, Parma, Toscana y los Estados Papales, comenzaron a exigir su incorporación a Cerdeña. Según el Tratado de Zurich, Austria cedió a Cerdeña Lombardia, pero conservó Venecia, mientras que los ducados de Italia central quedarían con sus mismos gobernantes y el Papa se convertiría en el presidente de una confederación italiana.



Sin embargo, los habitantes de Parma, Módena, Toscana y la parte norte de los Estados Papales, se rebelaron contra sus gobernantes y declararon su anexión a Cerdeña, misma que fue apoyada por los ingleses, mientras que Napoleón también estuvo de acuerdo.



La unificación del Sur la logró Giuseppe Garibaldi, quien organizó un contingente de mil hombres conocidos como los “camisas rojas”, para ayudar a la gente del reino de las Dos Sicilias que se había rebelado contra el rey Francisco II. En un mes conquistaron la isla de Sicilia y en poco tiempo entraban triunfantes a Nápoles. Mediante un plebiscito los habitantes de las Dos Sicilias votaron unirse a Cerdeña, y Garibaldi entregó sus conquistas al rey Víctor Manuel II.

Giuseppe Garibaldi


Para 1860, sólo faltaban por unirse a Italia, Venecia, que seguía bajo el dominio austriaco, y Roma y sus territorios vecinos, que eran administrados por el Papa. Sin embargo, Venecia quedó unida a Italia en 1866 al ser derrotada Austria por Prusia, y Roma en 1870, al verse obligado Napoleón III a retirar la guarnición francesa de esta ciudad, debido a la guerra Franco-Prusiana.







Bibliografía y fuentes recomendadas:





BBC News,"Leopoldo, el rey belga que cometió en África los abusos más atroces del colonialismo europeo". México, El Universal, 10 de junio de 2020. https://www.eluniversal.com.mx/cultura/patrimonio/leopoldo-ii-el-rey-belga-que-cometio-en-africa-los-abusos-mas-atroces-del

"Siete hechos sobre Karl Marx. 200º aniversario de Karl Marx: hechos que explican por qué el pensador alemán aún hoy fascina a personas de todo el mundo.", Deutschland.de, 27 de abril de 2018. https://www.deutschland.de/es/topic/saber/200o-aniversario-de-karl-marx-siete-hechos 
Valls Soler, Xavier. “Leopoldo II de Bélgica y la explotación del Congo”. Revista Historia y Vida, número 536. https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20171127/47310965836/leopoldo-ii-de-belgica-y-la-explotacion-del-congo.html

Van den Brule, Álvaro. “El genocidio del estado libre del congo. La brutal vida de Leopoldo II, uno de los peores villanos de la Historia”, El Confidencial. https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-05-01/la-brutal-vida-de-leopoldo-ii-uno-de-los-peores-villanos-de-la-historia_1192510/

Vizcaya Canales, Isidro. Et. Al. Historia Moderna de Occidente 1770‒1870. México, SEP 1983.

Vizcaya Canales, Isidro. Etelvina López Arceo. Historia Mundial Contemporánea 1871-1974. México, SEP 1983.

Wikipedia. “Ned Ludd”. https://es.wikipedia.org/wiki/Ned_Ludd


Tarea:

Para complementar el tema lee el siguiente artículo: "El Congo, ayer y hoy" y posteriormente mira el cortometraje "Sikitiko, la mano del rey" y elabora con ellos una reflexión sobre el colonialismo europeo y el capitalismo. Envíala por correo o publícala en los comentarios de este post.





1https://es.wikipedia.org/wiki/Ned_Ludd

2Vizcaya Canales, Isidro. Et. Al. Historia Moderna de Occidente 1770‒1870. SEP 1983, p. 175

3Ibidem.