Luego
de Napoleón las potencias vencedoras intentaron restablecer el
antiguo régimen según los principios de compensación y
legitimidad, es decir, restablecer en el trono de los países a las
familias reinantes antes de la Revolución Francesa y compensarles
‒restituirles‒ las pérdidas. Sin embargo los cambios estaban
dados y no sería fácil quitarlos, así en Francia, por ejemplo, se
restituyó a los Borbón ‒con Luis XVIII, primo del decapitado Luis
XVI‒ a quien luego sucedió Carlos X, pero una revolución en 1830
lo obligó a abdicar, llegando al trono su primo Luis Felipe de
Orleáns ‒que tenía fama de liberal‒ pero a quien una nueva
revolución en 1848 también obligó a renunciar y se restableció la
república francesa, ganando la presidencia el sobrino de Napoleón:
Luis Napoleón Bonaparte, quien en breve (1852) se proclamaría
“Emperador de los franceses” aunque mantendría ‒como su tío‒
los derechos conseguidos durante la revolución. Procesos similares
ocurrirían en los demás países, donde se concederían derechos y
constituciones a los súbditos, como en Austria, Hungría y Prusia, o
bien en Inglaterra, donde se alternarían gobiernos laboristas y
conservadores.
Napoleón III |
Como
ya vimos, la historia de México y Europa, o más específicamente
Francia, se cruzan nuevamente con el establecimiento de un
protectorado francés, vía el Imperio de Maximiliano, en la década
de 1860. Entre tanto en Europa como en el mundo los avances
tecnológicos fomentaban la Revolución Industrial, que tendría su
máximo auge con la invención de la máquina de vapor ‒que
comenzó a mover la maquinaria de las fábricas, a los barcos y
al ferrocarril, haciendo más fácil y rentable el traslado de
materias primas y de productos para el consumo, pero también creando
inhumanas condiciones de explotación del proletariado cuya miseria
crecía de una forma inversamente proporcional a la riqueza de los
dueños de los medios de producción: industriales y banqueros.
El
fenómeno de la explotación inhumana de las clases proletarias trajo consigo
la formación de movimientos de resistencia diversos, como el ludismo
que ingenuamente pretendía mediante la destrucción de las máquinas
volver a formas de producción que permitieran el empleo de las
personas, que veían en aquellas la causa de la pauperización de la
gente. Este movimiento fue impulsado por el obrero Ned Ludd, quien en
“1811 incendió varias máquinas textiles a modo de respuesta a las
represiones que el proletariado estaba sufriendo.”1
De
mayores vuelos teóricos resultaron los llamados socialismos
“utópico” de Robert Owen, Louis Blanc, Charles Fourier y Saint
Simon, y el “científico” de Karl Marx y Friedrich Engels.
Robert
Owen propuso en 1813 el cooperativismo para dar ocupación a los
desempleados a través de comunidades agrarias y la creación de un nuevo orden moral
consistente en una vida en común, sin matrimonio, y el dinero
sustituido por el trabajo hora.
Charles
Fourier creyó que si se lograba desaparecer las diferencias entre
las clases sociales se conseguiría una sociedad más humana y feliz.
Así propuso la organización de la sociedad en falansterios,
es decir, agrupaciones de 1,620 personas que convivirían en un mismo
edificio y donde cada participante trabajaría de acuerdo con sus
aptitudes e inclinaciones.
Claude
Henri de Rouvroy, conde de Saint Simon, proponía un orden social en
el que deberían existir sólo tres clases: sacerdotes, sabios e
industriales. No estaba en contra de la propiedad privada, pero ésta
debía tener una función social: se proporcionaría trabajo a todos,
y todos tendrían la obligación de trabajar según su capacidad.2
Louis
Blanc significa un importante nexo entre el socialismo utópico y el
socialismo científico: propuso la creación de talleres sociales
‒que fueron
establecidos por la presión de los trabajadores de París, durante
la Segunda República Francesa‒. Su sistema se basaba en la
propiedad pública y en la planificación económica estatal.3
Por
su parte Marx y Engels observan un mundo dividido en dos clases
sociales antagónicas: el proletariado (campesinos, obreros,
empleados y artesanos) y los dueños de los medios de producción
(los capitalistas: empresarios, banqueros, comerciantes e
industriales). La
lucha de estas clases no es nueva, ya ha existido en el pasado, pero
con distintos nombres: esclavos y esclavistas, siervos y señores
feudales, proletarios y capitalistas. Ven el sistema de explotación
de la gran mayoría por una minoría con privilegios como una gran
injusticia que sólo se acabará cuando los proletarios tomen el
control de los medios de producción y establezcan un gobierno
socialista que administre las riquezas y la producción, dándole a
todas las personas trabajo y los medios de satisfacer sus necesidades
primarias. Dicho Estado Socialista desaparecerá cuando los seres
humanos hayan aprendido a vivir en comunidad, sin ambicionar lo que
otros tienen porque todos tienen lo mismo y son felices. Es decir con
el establecimiento del comunismo. Sin embargo lo anterior no se
lograría de común acuerdo entre las partes involucradas -proletarios
y capitalistas-, por lo que es necesaria la revolución socialista
para revertir el injusto sistema establecido. Por ello es que en 1848
Marx y Engels publicaron su manifiesto en el que convocaban a todos
los proletarios a unirse para liberarse del capitalismo: El
Manifiesto del Partido Comunista.
(“Un
fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo.” “¡Proletarios de todos los países, uníos!”)
Karl Marx |
Entre
tanto las potencias europeas y los intereses capitalistas se
expandían colonizando el continente africano y repartiéndoselo
entre sí, con el pretexto de "llevarles la civilización": Francia
se apropió de grandes
zonas del noroeste
africano (Túnez,
Marruecos, Argelia, Mali, Níger),
además
de Madagascar;
el
Reino Unido se quedó con Ghana, Nigeria, Uganda, Kenia, Zambia,
Zimbabue,
Botsuana
y Sudáfrica; Portugal con Angola y Mozambique; Alemania
con Namibia, Tanzania y Camerún; e Italia con Libia, Somalia y
Eritrea. Durante
un siglo los países europeos explotaron las riquezas africanas:
carbón y diamantes, todo tipo de recursos naturales y humanos –sometiendo a los africanos a la total servidumbre– oro, caucho,
marfil. El caso más típico y atroz de la explotación africana lo
proporciona el Congo, en la región central, un territorio de mas
de dos millones de kilómetros cuadrados –ochenta veces más grande
que Bélgica–
que
en la repartición –Conferencia de Berlín, organizada por el canciller alemán Otto von
Bismarck– en 1884
le fue entregado como su posesión personal al hipócrita
rey
Leopoldo II de Bélgica, –presidente honorario de la Sociedad para la
Protección de los Aborígenes y
anfitrión
de la
Conferencia Antiesclavista
de 1889– quien
tras
fundar la Asociación
Internacional Africana
–en
1876–,
para liberar a los pueblos oprimidos en el África Central, se
dedicó a explotarlos inmisericórdemente en la producción de caucho –necesario para la incipiente industria
automotriz– castigando
incluso con
la muerte y la mutilación –propia o de los familiares– a
quienes no cumplieran con su cuota diaria de caucho.
Reparto de África |
Luego
del reacomodo entre liberales y conservadores en Europa, los vaivenes
políticos llevaron a la unificación de dos estados que hasta el
momento habían estado disgregados en una multitud de pequeños
reinos: Alemania e Italia, cuyos esfuerzos unificadores provendrían
respectivamente del Reino de Prusia, en el caso de Alemania, y del
Reino de Cerdeña, en el caso italiano. Ambos estados verían
alcanzada su conformación actual en el año de 1871.
En
el caso de Alemania, la llegada al poder del rey Guillermo I
Hohenzöllern sería decisiva, éste se rodeó de personas
importantes y convenientes para sus fines como el estadista primer
ministro Otto Von Bismarck,
el ministro de guerra, Albrecht von Roon y el mariscal de campo
Helmuth
von Moltke, quienes
formarían el mejor ejército de la época y con este comprometerían
a Prusia en empresas bélicas que darían como resultado la
integración del Imperio Alemán. Los mas de trescientos reinos
alemanes estaban integrados en una confederación presidida por el
Imperio Austriaco, por lo que para lograr la unificación era
necesario primero quitar la hegemonía de Austria sobre la
confederación, para ello Bismarck
comprometió
a Prusia en una guerra contra
Dinamarca por la posesión del Estado alemán
de Schleswig-Holstein,
en
la cual participó Austria junto a Prusia. Ganada la guerra se impuso
una administración conjunta austro-prusiana en los territorios
ganados y esta
sirvió
como
el detonante del conflicto –buscado por Bismarck– entre Austria y
Prusia. Previamente
Bismarck se aseguró la neutralidad de otros estados europeos con
intereses en la zona, como son Francia y Rusia, a quienes prometió
compensaciones territoriales y
ayuda militar
a cambio.
Bismarck |
La
guerra autro-prusiana duró poco, en siete semanas el ejército
prusiano había derrotado al austriaco, y al término de la guerra
sólo cuatro estados, que habían apoyado a Austria, faltaban a
Prusia para lograr la completa unificación de Alemania: Baviera,
Wirtemberg, Baden y Hesse-Darmstadt. Para lograr la anexión de
los mismos era necesaria una nueva guerra contra un enemigo externo y
el enemigo por antonomasia
de los pueblos alemanes era Francia. El
pretexto lo daría la sucesión al trono español.
En
el año de 1870 la
reina Isabel II
de España fue
destronada por una revolución y los españoles le ofrecieron la
corona a un primo del
rey
Guillermo I,
pero
Napoleón III le exigió
a éste
que
hiciera
público
que nunca permitiría que entonces
como en
el futuro surgiera
la candidatura de un Hohenzöllern
al trono de España. El rey de Prusia se negó a dar esta garantía y
desde el balneario de Ems le envió a Bismarck un telegrama
relatándole su entrevista con
el embajador francés. Bismarck filtró
“el telegrama de Ems” a los periódicos, abreviado
de tal forma que resultaba insultante y
así, el
19 de
julio de 1870
Francia le declaró la guerra a Prusia, apareciendo a los ojos del
mundo como un llano
agresor.
Los
cuatro estados restantes
del
sur de Alemania se unieron a Prusia y la Confederación del Norte, y
juntos derrotaron al ejército francés en esta guerra, al término
de la cual, con la victoria alemana, se firmaron los acuerdos de paz
en el Palacio de Versalles, proclamándose el nacimiento del novel
Imperio Alemán al mando del Emperador Guillermo I.
En
similar proceso la unificación de Italia corrió a cargo del rey de
Cerdeña Victor Manuel II,
quien apoyado por el Conde Camilo Di Cavour emprendió los entramados
políticos y bélicos que concluyeron en el nacimiento de Italia.
Camilo Benso Conde de Cavour |
Cavour
metió
a Cerdeña a la Guerra de Crimea, contra
Rusia,
como aliada de Francia y de la Gran Bretaña, lo que le permitió
hacerse de dos poderosos
aliados. Sabía que la
unificación italiana sólo podría lograrse con la derrota de
Austria -que
dominaba el norte de Italia-,
por
lo que necesitaba
provocar un conflicto con este país y además contar con aliados.
Así logró
un acuerdo con Napoleón III,
en el
que
a cambio
de su ayuda, Cerdeña
le
cedería
el ducado de Saboya y el puerto de Niza, en los
cuales predominaban los habitantes de habla francesa.
El
siguiente paso era
provocar a Austria, así
que los
nacionalistas
italianos promovieron
disturbios en Lombardía y Venecia, y Cerdeña empezó a hacer
movilizaciones
militares
provocando
que en
abril de 1859 Austria le enviara un ultimátum exigiendo la desmovilización inmediata,
pero éste fue rechazado por Cerdeña y Austria le declaró la guerra
el 29 de abril.
La
guerra
duró unos meses y
los
sardos y los franceses derrotaron a los austriacos en las batallas de
Magenta y Solferino, y
los obligaron
a abandonar Milán y toda la Lombardía. Los
triunfos
avivaron
el
nacionalismo italiano y los patriotas de Módena, Parma, Toscana y los
Estados Papales, comenzaron
a exigir su incorporación a Cerdeña. Según el Tratado
de
Zurich, Austria cedió a Cerdeña Lombardia, pero
conservó Venecia, mientras
que los
ducados de Italia central quedarían con sus
mismos gobernantes y el Papa se convertiría en el presidente de una
confederación italiana.
Sin
embargo, los
habitantes de Parma, Módena, Toscana y la parte norte de los Estados
Papales, se rebelaron contra sus gobernantes y declararon su anexión
a Cerdeña, misma
que fue apoyada por los
ingleses, mientras
que
Napoleón también estuvo de acuerdo.
La
unificación
del Sur la
logró
Giuseppe Garibaldi, quien
organizó
un contingente de mil hombres conocidos como los “camisas rojas”,
para ayudar a la gente del reino de las Dos Sicilias que se había
rebelado contra el rey Francisco II. En un mes conquistaron
la isla de Sicilia y
en poco tiempo entraban
triunfantes
a Nápoles. Mediante
un
plebiscito los
habitantes de las Dos Sicilias votaron unirse a Cerdeña, y Garibaldi
entregó sus conquistas al rey Víctor Manuel II.
Para
1860, sólo faltaban por unirse a Italia, Venecia, que seguía bajo
el dominio austriaco, y Roma y sus
territorios vecinos, que eran administrados por el Papa. Sin
embargo, Venecia
quedó unida a Italia en
1866 al ser derrotada Austria por Prusia, y Roma en 1870, al verse
obligado Napoleón III a retirar la
guarnición
francesa de esta ciudad, debido a la guerra Franco-Prusiana.
Bibliografía
y fuentes recomendadas:
BBC News,"Leopoldo, el rey belga que cometió en África los abusos más atroces del colonialismo europeo". México, El Universal, 10 de junio de 2020. https://www.eluniversal.com.mx/cultura/patrimonio/leopoldo-ii-el-rey-belga-que-cometio-en-africa-los-abusos-mas-atroces-del
"Siete hechos sobre Karl Marx. 200º aniversario de Karl Marx: hechos que explican por qué el pensador alemán aún hoy fascina a personas de todo el mundo.", Deutschland.de, 27 de abril de 2018. https://www.deutschland.de/es/topic/saber/200o-aniversario-de-karl-marx-siete-hechos
Valls Soler, Xavier. “Leopoldo II de Bélgica y la explotación del Congo”. Revista Historia y Vida, número 536. https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20171127/47310965836/leopoldo-ii-de-belgica-y-la-explotacion-del-congo.html
Valls Soler, Xavier. “Leopoldo II de Bélgica y la explotación del Congo”. Revista Historia y Vida, número 536. https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20171127/47310965836/leopoldo-ii-de-belgica-y-la-explotacion-del-congo.html
Van
den Brule, Álvaro. “El
genocidio del estado libre del congo. La
brutal vida de Leopoldo II, uno de los peores villanos de la
Historia”, El
Confidencial.
https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-05-01/la-brutal-vida-de-leopoldo-ii-uno-de-los-peores-villanos-de-la-historia_1192510/
Vizcaya
Canales, Isidro. Et. Al. Historia Moderna de Occidente 1770‒1870.
México, SEP 1983.
Vizcaya
Canales, Isidro. Etelvina López Arceo. Historia Mundial
Contemporánea 1871-1974. México, SEP 1983.
Wikipedia.
“Ned Ludd”. https://es.wikipedia.org/wiki/Ned_Ludd
Tarea:
Para complementar el tema lee el siguiente artículo: "El Congo, ayer y hoy" y posteriormente mira el cortometraje "Sikitiko, la mano del rey" y elabora con ellos una reflexión sobre el colonialismo europeo y el capitalismo. Envíala por correo o publícala en los comentarios de este post.
Tarea:
Para complementar el tema lee el siguiente artículo: "El Congo, ayer y hoy" y posteriormente mira el cortometraje "Sikitiko, la mano del rey" y elabora con ellos una reflexión sobre el colonialismo europeo y el capitalismo. Envíala por correo o publícala en los comentarios de este post.
1https://es.wikipedia.org/wiki/Ned_Ludd
2Vizcaya
Canales, Isidro. Et.
Al. Historia
Moderna de
Occidente 1770‒1870. SEP
1983, p.
175
3Ibidem.