Hace un tiempo, buscando información sobre el imperialismo en África en el siglo XIX, y sobre todo sobre la situación en El Congo en la época, di con este artículo publicado en inglés, y como al final el autor pide su difusión decidí traducirlo y publicarlo. Servirá para conocer lo inhumano del imperialismo de fines del siglo XIX.
Un padre mira las extremidades de su hija de cinco años, que fueron cortadas como castigo por haber cosechado muy poco caucho. |
El Congo, ayer y hoy
Escrito por Alex Selwyn-Holmes
10 de febrero de 2011
A finales del siglo XIX
y principios del XX la demanda de caucho, indispensable para la
creación de llantas para la creciente industria automotriz, se
incrementó de forma descomunal, lo que llevó a ciertos países
europeos como Bélgica a explotar los recursos naturales de África
de forma inhumana bajo el disfraz filantrópico de llevar la
civilización a los “atrasados” y “salvajes” pueblos
africanos.
El Congo fue la mayor
finca privada jamás vista por el hombre en la historia; un gran
trozo de África, tan grande como Europa misma, adquirido por el Rey
Leopoldo II de Bélgica en 1885. Entre 1885 y 1908, Leopoldo II era
el dueño de más de un millón de kilómetros cuadrados del África
central (60 veces la superficie de Bélgica).
Viendo un auge en la
demanda de caucho, Leopoldo en 1876, fundó la Association
Internationale Africaine, una organización “humanitaria” con
los más altos ideales (al menos en teoría) para "llevar al
interior del África las nuevas ideas de ley, orden, humanidad y la
protección de los indígenas", según el Daily Telegraph
en 1884. Sin embargo, en realidad su misión era, como confesó en
privado el mismo Leopoldo, para labrarse un pedazo del "magnífico
pastel africano".
En un principio las
revistas populares en Europa como Le Congo Illustré, Voyages
et des Belges Traveaux dans l'Etat du Congo Independiente y Etat
du Congo hacían un seductor llamado a los europeos con las
imágenes de los lugares y las tribus africanas. Sin embargo,
ausentes estos la realidad era la vergonzosa explotación que la
codicia de Leopoldo había forjado: mutilaciones, esclavitud,
asesinatos y el genocidio patrocinado por el estado como una forma de
incrementar la producción de caucho.
Trabajadores congoleses muestran las manos cortadas como castigo. |
Esta realidad se
descubrió, casi por accidente cuando Edward Dene Morel, un empleado
de envíos se percató de que las cargas salientes al Congo eran en
su mayoría armas y municiones. Morel lentamente recopiló
información de cientos de testigos para descubrir la terrible
verdad. En su búsqueda tenaz, Morel fue ayudado por un grupo de
misioneros que lograron fotografiar algunas atrocidades. La foto más
famosa fue quizás la que se muestra arriba, tomada por el Reverendo
John Harris y su esposa Alice, quien regresó del Congo en agosto de
1905 para recorrer Gran Bretaña con sus impactantes fotografías,
dando conferencias que condenaban la regencia de Leopoldo.
El tema del Congo fue
convirtiéndose en una guerra mediática; Leopoldo sobornó
a los periódicos para descartar las atrocidades como “viejos
cuentos”. Cuando dos ilustres viajeros, en una misión de
determinación de hechos fue al Congo, se les mostró tan poco que
ambos regresaron con relatos brillantes. Uno de ellos, el vizconde
Guillermo Montmorres, publicó un libro sobre los “funcionarios
trabajadores y los alegres nativos”. Otra, la editora Mary
French Sheldon, se enamoró del capitán de su barco de vapor, y más
tarde escribió en el Times, "He sido testigo de más
atrocidades en las calles de Londres que .... en el Congo."
Además, Frederick Starr, profesor de antropología en la Universidad
de Chicago, fue contratado para utilizar selectivamente las fotos, y
escribir un texto apologista, "La verdad sobre el Congo "
en 1907.
Atrocidades cometidas por europeos |
Sin embargo, Leopoldo
finalmente perdió la guerra mediática y en noviembre, El Congo fue
confiscado –o más bien comprado por millones de libras– por el
gobierno de Bélgica a su rey. Pero la importancia de las fotografías
publicadas por la prensa influyeron en la opinión pública como se
destacó en la denuncia que Mark Twain hizo en "Soliloquio del rey
Leopoldo", donde el envejecido rey se queja de que la
incorruptible cámara Kodak fue el único testigo que había
encontrado en su larga experiencia que no había podido sobornar.
Oportunamente, el libro fue ilustrado con fotografías de los Harris.
Incluso después de
Leopoldo y su independencia la situación en El Congo no mejoró,
actualmente utilizamos coltán –una
mezcla de minerales provenientes de la ahora República Democrática
del Congo, su principal productor–
en muchas cosas, incluso en el ordenador o en el teléfono que estás
utilizando para leer este artículo. Por esta lucrativa razón, la
explotación del Congo sigue siendo una historia poco mencionada, en
un mundo donde las cámaras Kodak pueden ser incorruptibles, pero los
periodistas y los fotógrafos pueden aún ser amenazados o
sobornados. Una nota preocupante es que esto siga ocurriendo a más
de un siglo después de que Morel fundara la primera campaña
internacional de derechos humanos y la primera ONG del mundo sobre el
Congo. En el siglo pasado, lo único que conseguimos fue la
transferencia del Congo de una propiedad privada de Leopoldo II a la
de muchas empresas. Leopoldo habría estado muy satisfecho con los
últimos éxitos que está teniendo el apagón informativo.
Esto no es un enlace
descarado, sino más bien una propuesta sincera: sé que algunos
fotógrafos y expertos políticos leen este blog, y les pido indagar
más sobre el Congo. Para el resto de ustedes, quiero que reposteen o
retwitteen este artículo. Creo que la situación en ese país merece
más atención. Siempre he querido ir al Congo y constatar por mí
mismo e informar de ello, pero al final, el tiempo y los recursos no
me lo permiten. Este artículo, sin embargo, es lo mejor que puedo
hacer.
Leopoldo II como liana de caucho aprisionando a un trabajador congolés |
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