miércoles, 13 de junio de 2018

Imperialismo en el siglo XIX

Resurgimiento del imperialismo a partir de la década de los setentas (del siglo XIX)

Son muy diversas las causas que contribuyeron al resurgimiento del imperialismo y al afán de obtener posesiones coloniales en ultramar a partir de 1870. Entre ellas figuran las siguientes:

1. Económicas.

La Revolución industrial había mejorado notablemente los medios de transporte y de comunicación entre los pueblos. También había mayor demanda de materias primas y de mercados en los que podían venderse los artículos fabricados. Así que las naciones se afanaron por asegurarse mercados para la adquisición de materias primas como mercados para el consumo de los productos elaborados en sus fábricas: esto es lo que se denomina imperialismo económico.

2. Sociales.

Algunos gobiernos pensaron que las colonias se convertirían en regiones hacia las cuales podría emigrar la población sobrante. Muchos negociantes, inversionistas, bancos y compañías, estaban convencidos de que las colonias les ayudarían a realizar grandes ganancias y algunos estadistas ambiciosos creyeron que podían aumentar su prestigio mediante la expansión imperialista de su país

3. Políticas y militares.

Los jefes de gobierno consideraron que adquiriendo nuevas colonias podrían afianzar el dominio que ejercían sus respectivos países en el extranjero, aumentar su poderío militar y fortalecerlo en caso de guerra.

4. Nacionalistas.

Durante el siglo XIX los sentimientos nacionalistas impulsaron a los diversos pueblos a que sus respectivos países sobresalieran por la extensión de su imperio. El imperialismo se consideraba como un símbolo de triunfo.

5. Filantrópicas.

Muchos hombres pensaron que su país tenía el deber de educar y “civilizar” a los habitantes de otras regiones de la tierra. Otros grupos, movidos por el celo apostólico, quisieron propagar el cristianismo entre los demás pueblos del mundo.

Todas estas causas propiciaron las actividades imperialistas en al Extremo Oriente, África, la América Latina y otros lugares. Así fue como los negociantes y los soldados de Inglaterra, Francia, Alemania y otros países llevaron el dominio europeo y las formas de vida occidental a los pueblos más lejanos de nuestro planeta.


Reparto del África tropical entre los países europeos

África tropical atrajo la atención de los países europeos el siglo pasado, ya que en este fascinante continente había ricos yacimientos de diamantes, oro y cobre, y oportunidades comerciales sin límite. Y había pueblos que parecían ser presa fácil para los europeos, cuya ambición era aumentar sus posesiones y sus riquezas. Hacia el año de 1870 África se convirtió en el blanco principal del imperialismo europeo.

El África tropical que abarca la mayor parte del centro de este continente era un misterio para la civilización. Los ingleses Speke, Burton y Baker descubrieron las fuentes del Nilo (1860-1864). Otros muchos viajeros, alemanes como Barth y Nachtiegal, por una parte y el francés René Caillé, por otra, fueron los primeros en explorar los vastos desiertos del Sahara; Binger Foureau, Monteil y Lamy, franceses, exploraron la región de las estepas del Sudán y descubrieron el río Níger y el Lago Chad. El inglés D. Livingstone, el francés Brazza y el americano Stanley descubrieron y exploraron al sur del Sudán, las regiones forestales ecuatoriales regadas por el gigantesco río Congo. Y cuando el secreto del África tropical quedó descubierto, principió el reparto del continente. Las potencias europeas compitieron entre si para apoderarse de los territorios que descubrían y explotaban; entre éstas estaban Inglaterra, Francia, Alemania y Bélgica.

Una de las adquisiciones más importantes en el reparto fue el dominio del Congo cuyo territorio era ochenta veces más grande que Bélgica y fue declarado posesión particular del rey, entonces Leopoldo II.

Los franceses establecieron sus colonias a lo largo de las regiones costaneras del Senegal, Dahomey, la Guinea Francesa y la Costa de Marfil; luego penetraron en el área del desierto del Sahara. Con el tiempo, formaron un gran imperio en el África Occidental Francesa.

Los alemanes entre 1884 y 1891 se apoderaron de Togo, África Suroccidental Alemana y el Camerún. La Gran Bretaña, considerada por muchos alemanes como su rival más peligrosa, fundó la importante colonia de Nigeria y otras más pequeñas en la costa occidental.

Tanto los alemanes como los ingleses compitieron también por el dominio del África Oriental.


La situación de África del Norte

Franceses, ingleses e italianos rivalizaron para obtener concesiones que les permitieran explotar África del Norte. Francia invadió Argelia con pretextos políticos y militares; una vez sometidos los argelinos (1871), invadió Túnez (1881) y lo ocupó como su colonia. La división de África entre varias potencias europeas trajo consigo frecuentes amenazas de guerra que se resolvieron mediante alianzas y tratados hasta que se originó la Primera Guerra Mundial en 1914, después de la cual muchos de los imperios coloniales desaparecieron, para hacer un nuevo reparto del mundo entre los vencedores.


A mediados del siglo XIX Egipto todavía era parte del Imperio Otomano, pero cada vez funcionaba más como un país independiente. Durante el gobierno de Ismail, quien era un individuo ambicioso que deseaba europeizar a Egipto, parecía que el país marchaba hacia una completa independencia. Ismail adoptó el título de khedive o virrey e inició proyectos muy ambiciosos, como ferrocarriles, líneas telegráficas y la modernización de los puertos. Pero lsmail fue también el manirroto más famoso de su época y gastaba dinero en forma muy desordenada. En esta forma se fue endeudando terriblemente con bancos europeos en los cuales conseguía préstamos a intereses exorbitantes.

Egipto adquirió una importancia especial el año de 1869 al abrirse el canal de Suez. Esta obra fue construida por una compañía francesa y financiada en gran parte por el khedive. Los ingleses no mostraron en un principio mucho interés por la obra, pues no creyeron que funcionara. Pero tan pronto como se abrió se dieron cuenta de que su control era importante, ya que era la ruta vital para su imperio en la India. El año de 1875 lsmail, imposibilitado para pagar los intereses de la deuda, vendió sus acciones del canal al gobierno inglés.

Pero las finanzas del khedive se encontraban tan revueltas que al año siguiente, tuvo que ponerlas bajo un "control dual" de Francia e Inglaterra.

Tres años después, fue depuesto al tratar de desalojar a los extranjeros y su sucesor tuvo que someterse al control dual; esto provocó una rebelión de algunos de sus súbditos. Los franceses se negaron a usar la fuerza, pero los ingleses bombardearon Alejandría, desembarcaron un ejército y restauraron al khedive. Este, de aquí en adelante, fue manejado totalmente por los ingleses y Egipto de hecho se convirtió en un protectorado de Inglaterra.

Por lo tanto, para el principio de la Primera Guerra Mundial, África había quedado repartida entre las naciones europeas. Las únicas excepciones eran Abisinia y Liberia. El primero de estos países logró conservar su independencia al derrotar, el año de 1896, a los italianos que lo quisieron conquistar. Liberia se formó con negros que habían sido esclavos en los Estados Unidos, cuya libertad había sido comprada por ciertas sociedades benéficas y luego trasladados a un territorio que habían adquirido en África, por lo que este país estaba hasta cierto punto protegido por los Estados Unidos.


El imperialismo en China.

China fue una de las naciones más afectadas por el imperialismo europeo. Los ingleses particularmente tenían un gran interés en comerciar con el imperio chino, cerrado desde hacía siglos al comercio europeo. Los ingleses, amos de la India, deseaban mayores derechos para comerciar con la China que les imponía muchas restricciones. A pesar de ello, por medio del contrabando introducían en China grandes cantidades de opio. El gobierno chino, al ver las consecuencias fatales de esta droga, hizo arrojar al mar miles de pacas de opio. Inglaterra en respuesta le declaró la llamada Guerra del Opio (1839-1842). Los chinos fueron vencidos fácilmente por el ejército invasor. El gobierno chino tuvo que pedir la paz, firmándose el Tratado de Nankín (1842) con las siguientes estipulaciones:

  • Cesión definitiva de la isla de Hong Kong a Inglaterra (aún ahora la sigue conservando).
  • Apertura de cinco grandes puertos chinos, principalmente Cantón, Shangai, para el comercio y el establecimiento de los extranjeros.
  • Admisión de cónsules europeos en China.
  • Liberación de los prisioneros ingleses y pago de una fuerte indemnización de guerra.

Los Estados Unidos, Francia, Bélgica, Prusia, Holanda y Portugal pidieron y obtuvieron privilegios. Además, lograron el derecho de extraterritorialidad, esto es, el derecho de los extranjeros de ser juzgados en tribunales propios, de acuerdo con sus propias leyes, por delitos cometidos en China; lo cual indignó a los chinos al sentir reducida su soberanía dentro de su propio país, En 1856 Inglaterra y Francia comenzaron una nueva guerra con China; los europeos salieron victoriosos y consiguieron que se abrieran diez puertos más al comercio extranjero; se permitió a los europeos viajar por el interior del país, se legalizó el comercio del opio y se dio protección a los misioneros extranjeros.


Con estas infortunadas guerras, la dinastía Manchú fue perdiendo prestigio y hubo rebeliones contra ella y contra los extranjeros; pero las naciones occidentales seguían tratando de afirmar y ensanchar sus posesiones dentro de China ya que se construyeron ferrocarriles y se tendieron líneas telegráficas. Algunas tropas se organizaron a la europea, pero los chinos siguieron mostrándose hostiles para con los blancos; apareció un fuerte sentimiento nacional y en 1900 estalló por fin la lucha. Una sociedad secreta, los boxers, que asesinaron a cerca de 300 extranjeros, sitiaron las legaciones extranjeras y atacaron a los chinos cristianos.

Las potencias occidentales enviaron una expedición conjunta en auxilio de los que se encontraban sitiados en Pekín. Los soldados extranjeros saquearon la ciudad, los boxers fueron sometidos y China fue obligada a pagar una fuerte indemnización y a conceder a las naciones extranjeras mantener fuerzas armadas en Pekín y en Tientsin. En los tratados firmados entre China y los países extranjeros favorecieron en mucho a los últimos, pero los chinos, como nación, era respetada su integridad, abandonándose la idea de reparto.

El gobierno se dio cuenta de que China debía modernizarse para conservar su independencia y progresar; entonces se aprobaron muchas de las reformas propuestas por el emperador. Se establecieron escuelas oficiales que enseñaban inglés y otros estudios occidentales, así como los asuntos chinos; y muchos jóvenes fueron enviados a estudiar a América y Europa. Se intensificaron el comercio y la industria, otorgando más concesiones a los extranjeros y se prohibió el tráfico del opio.

Hubo grandes reformas en el aspecto administrativo del gobierno y así fue como China fue adquiriendo los elementos de la civilización occidental que la fueron llevando a estar a la altura de una nación moderna occidental; una revolución que estalló en 1911 suprimió la ancestral monarquía china y proclamó la república en 1912.


El despertar del Japón


Generalmente se cree que los antepasados del pueblo japonés fue un grupo étnico, al que ahora se le conoce como raza yamato, que gradualmente fue estableciendo su supremacía sobre los clanes y tribus guerreras durante los primeros tres o cuatro siglos de la Era Cristiana. Los jefes yamato son considerados generalmente como los antecesores de la familia imperial del Japón.

Hacia fines del siglo IV d.C., se estableció contacto entre Japón y los reinos de la Península de Corea. A través de Corea se introdujeron al país diversas artes, tales como el tejido, el trabajo del metal, la curtiduría de pieles y la construcción de embarcaciones, artes que habían alcanzado gran desarrollo en China bajo la dinastía Han. En esos primeros años Corea y China fueron las fuentes de donde Japón aprendió las artesanías y las artes, los conocimientos que fueron las bases sobre las cuales gradualmente construyó su propia cultura. Se adoptó la escritura china y aprendieron por medio de ella los rudimentos de la medicina, los secretos del calendario y la astronomía y el confucionismo. En el año de 538 llegó también a Japón el budismo, desde la India, pasando por China y Corea. El sistema chino de gobierno fue la pauta sobre la que los gobernantes basaron su propio sistema.

La primera capital permanente del país se estableció en Nara a principios del siglo VIII. En 794 se edificó una nueva capital en Kioto y fue la residencia imperial por casi mil años. Los contactos con China se interrumpieron hacia fines del siglo IX y la civilización japonesa comenzó a tomar características y formas especiales propias.

El emperador fue considerado hasta hace pocos años como descendiente de los dioses, jefe supremo del shintoísmo (religión del Japón), vivió recluido como una divinidad en la región de Yamato y en Kioto y sus alrededores. Símbolo viviente de su religión, no se mostraba jamás a sus súbditos ni a los extranjeros.

Su primer ministro o shogún, general en jefe representante de la aristocracia militar, era de hecho el verdadero mandatario del imperio .

En el siglo XII el shogún Yoritomo dio al país una organización feudal que duró por espacio de siete siglos.

En los siglos XIV, XV y XVI hubo frecuentes luchas entre los señores feudales, los cuales pretendían alcanzar el puesto de shogún, y el país cayó en la anarquía militar. Tokugawa Leyasu se impuso a los señores y fundó el shogunado Tokugawa que perduró desde el siglo XVII hasta 1868.

Los primeros europeos que llegaron a Japón fueron los comerciantes portugueses en 1542; pronto fueron seguidos por españoles y holandeses, y más tarde por los ingleses que llevaban sedas de China, especias de la india y armas de Europa. Misioneros jesuitas y de otras órdenes católicas iniciaron su propaganda religiosa convirtiendo a miles de japoneses. Por algún tiempo los misioneros cristianos fueron tratados muy bien en el Japón, pero después Toyotomi Hideyoshi, que ostentaba el poder supremo en el país, acabó por dictar una orden de expulsión contra los extranjeros. Sólo la Compañía de Indias Orientales, de Holanda, y los chinos pudieron comerciar con ellos en el puerto de Nagasaki. Solamente algunos japoneses disponían de un permiso oficial para comerciar con los chinos y los holandeses. Cualquiera otra persona que comprara artículos extranjeros era condenada a muerte. Una barrera casi infranqueable se levantó entre Japón y el mundo exterior.

El rápido desarrollo del Japón

El aislamiento del Japón terminó cuando el comodoro norteamericano Mateo C. Perry visitó este país en 1852, entrando a la bahía de Tokio con cuatro barcos. Regresó al año siguiente, y convenció a los japoneses para que firmaran un tratado de amistad con su país. A continuación, en el mismo año se firmaron tratados similares con Rusia, Gran Bretaña y los Países Bajos, y así, Japón se abrió nuevamente al comercio internacional. Estos tratados se cambiaron cuatro años más tarde por tratados comerciales, y se firmó un tratado similar con Francia.

El impacto de estos sucesos aumentó la presión de las corrientes políticas y sociales que estaban minando las bases de la estructura feudal. Durante una década hubo una gran agitación, hasta que, en 1867, se derrumbó totalmente el sistema feudal del shogunato de Tokugawa y, con la restauración del Meiji de 1868, se restableció la completa soberanía del emperador.

La época Meiji (1868-1912) representa uno de los períodos más notables en la historia del mundo. Bajo el emperador Meiji (su nombre era Mutsujito), el país se lanzó a lograr en sólo unas décadas lo que Occidente había tardado siglos en desarrollar: la creación de una nación moderna, con industrias modernas y un estilo moderno de sociedad.

En el primer año de su reinado el emperador Meiji trasladó la capital del imperio de Kioto a Edo, donde se había asentado el anterior gobierno feudal. La ciudad cambió su nombre por el de Tokio, que quiere decir “La capital de Oriente".

Se promulgó una constitución que establecía una monarquía constitucional. Se abolieron las antiguas clases en que se dividía la sociedad durante la época feudal. Todo el país se lanzó con energía y entusiasmo al estudio y a la adopción de la moderna civilización occidental. De acuerdo con los modelos occidentales, se creó un sistema de escuelas públicas modernas en todo el país y se establecieron universidades en Tokio y en Kioto. Muchos estudiantes japoneses salieron también al extranjero a estudiar en las universidades de Estados Unidos y de Europa.

La restauración Meiji fue como el reventar de una presa en la que se hubieran acumulado la energía y el dinamismo de muchos siglos. El ímpetu y la efervescencia causados por la repentina descarga de esta energía se hizo sentir en el extranjero.

Japón, antes de que finalizara el siglo XIX, empezó a desarrollar una política imperialista, como resultado de su población creciente, de su falta de terreno laborable, de la falta de materias primas para su industria y de la necesidad de mercados para sus productos.

Japón demostró su poder sobre China en 1894, en que obtuvo la posesión de Formosa, la isla de Pescadores y una esfera de influencia en Corea. Diez años más tarde, el país se vio envuelto en Ia guerra ruso-japonesa (1904-1905) en que Japón salió victorioso. Los japoneses ocuparon Corea, bloquearon Puerto Arturo e invadieron Manchuria obligando al ejército ruso a replegarse.

Los Estados Unidos trataron de intervenir por vía diplomática para impedir que el Japón se hiciera demasiado fuerte en el Pacífico.

En 1905, se reconoció a Corea como zona de influencia del Japón y también se le dio a Japón el derecho de arriendo de Puerto Arturo y su península. Además Rusia le cedió la mitad meridional de la isla de Sajalin. Manchuria, reintegrada a China, acabó por dividirse en dos zonas de influencia: la rusa y la japonesa.

En la primera década del siglo XX la flota comercial japonesa rivalizaba con las primeras potencias y traficaba con países de América, Australia, Asia y Europa. Varios tratados comerciales las aseguraban a los japoneses su vida económica.

El emperador Meiji, cuyo gobierno ayudara tan notablemente a la nación a través de las dinámicas décadas de su transformación, murió en 1912 antes de que estallara la Primera Guerra Mundial. Japón figuraba ya como una de las primeras potencias del mundo y participó en esa contienda como aliado de las potencias occidentales contra Alemania.

El imperialismo de los Estados Unidos


Con la fórmula de Monroe "América para los americanos" que impedía a las naciones de otros continentes realizar nuevas adquisiciones territoriales, en América, y a las colonias ya establecidas, cambiar de dueños, los potentes Estados Unidos de América adquirían Alaska, las islas Hawaii y Guam, en el Pacífico, y en la guerra Hispano-Americana, Filipinas y Puerto Rico; además de que ejercían una marcada influencia económica en otros países de América.

En 1898 estalló el conflicto decisivo entre Estados Unidos y España. La isla de Cuba había tratado de independizarse de la Madre Patria sin poder lograrlo. Los Estados Unidos censuraron a España por su política de represión en Cuba y acabaron por enviar buques de guerra a La Habana para resguardar los intereses de los cubanos. El acorazado norteamericano Maine se hundió frente al puerto, en 1898, debido a una explosión, los Estados Unidos hicieron responsable de esto a España y le ordenaron retirara sus tropas y reconociese la independencia de Cuba.

Desde luego España se negó a ello; pero fue vencida por los norteamericanos, mejor dotados de flota y armamento. El tratado de París puso fin a la contienda (10 de diciembre de 1898); España entregó a Estados Unidos Puerto Rico, las Filipinas, Ia isla de Guam, como ya se dijo antes, y reconoció la independencia de Cuba. Desde entonces los Estados Unidos tuvieron gran control en la Isla en todos los aspectos.

En Filipinas sus habitantes intentaron crear una república independiente en 1899, pero fueron vencidos y sometidos por los norteamericanos que lograron desde entonces gran predominio en el Océano Pacífico.

Los Estados Unidos, en 1903, fomentaron la separación de Panamá de Colombia para poder llevar a cabo el Canal de Panamá, en el Istmo del mismo nombre, con derecho a construir fortificaciones. El Océano Atlántico y el Océano Pacífico se comunicaron al realizarse esta gran empresa que fue inaugurada el 12 de julio de 1920. Desde el punto de vista comercial y militar el Canal es muy importante. Ha aportado beneficios incalculables para América Latina, así como también a los demás países de la tierra.


Resultados del imperialismo


El imperialismo ha tenido múltiples consecuencias o resultados en las relaciones internacionales y en el desarrollo económico y cultural de los pueblos; entre las más importantes están las siguientes:

1. Países como Inglaterra, Francia, Holanda, Rusia, Bélgica y otras naciones europeas, así como Japón y los Estados Unidos: extendieron su dominio económico y algunas veces político sobre otras regiones de la tierra que no eran su propio país.

2. En los lugares donde se ejerció dominio, es decir en las colonias, se incrementó el comercio con las naciones extranjeras y se explotaron en gran escala los recursos naturales de cada región; además, se propició la inversión de capitales en países coloniales. Los beneficios, como es de suponerse, eran siempre mayores para los capitalistas extranjeros que por lo general formaban parte de poderosas Compañías.

3. Algunos países imperialistas pusieron especial cuidado en mejorar la salud, la educación y el bienestar social de los pueblos coloniales, propiciando el progreso de muchos de ellos.

4. La vida de los continentes Asiático y Africano se vio modificada por los países de cultura avanzada; se introdujeron los adelantos técnicos en materia de transporte y de comunicación; otro tanto se vio afectada Europa por las culturas de pueblos de Asia y África.

5. Los conocimientos sobre geografía, ciencias biológicas, antropología, etnografía, etc., aumentaron considerablemente al explorarse y conocerse nuevas tierras sobre todo en el Continente Africano.

6. La intercomunicación entre los diversos pueblos y culturas favorecieron su acercamiento y el conocimiento de los diversos credos religiosos existentes en el mundo, despertándose el deseo de penetrar en los dogmas de otras religiones y a muchos les permitieron afirmar más el credo que profesaban.

7. Las ambiciones y rivalidades imperialistas han traído como resultado frecuentes y terribles guerras entre las grandes potencias por la posesión y explotación de las colonias, con las necesarias consecuencias de provocar la miseria y el odio entre los pueblos explotados.


Isidro Vizcaya Canales y Etelvina Torres Arceo. Historia Mundial Contemporánea 1871-1974. México. Secretaría de Educación Pública. 1983. pp. 22-30.

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