lunes, 4 de septiembre de 2017

La Baja Edad Media

Lemus Delgado, Daniel y Claudio Morales Sandoval, Historia Moderna y Contemporánea... (Fragmento)

 

La Baja Edad Media



Si la palabra expansión nos ayuda a tener una idea clara de lo que significó la vida en Europa durante los siglos X al XIII, el concepto de crisis nos ayuda a comprender mejor lo que fue la Baja Edad Media. Piensa que después de tres siglos de crecimiento a partir del siglo XIV se produjo una crisis general en Europa que sumió a la población a duras condiciones de vida, hasta que se volvió a experimentar una lenta recuperación a finales del siglo XV.


Esta crisis ha sido explicada por los historiadores como la "trilogía medieval", representada por el hambre, la peste y las guerras, fenómenos que en su época fueron interpretados como castigos divinos en una sociedad que no entendía, ni podía explicarse, por qué los alimentos ya no eran suficientes para todos los habitantes y la gente literalmente moría de hambre, a causa de no tener qué comer; por qué llegó una nueva enfermedad, totalmente desconocida en Europa hasta ese momento, que podía acabar en un par de meses con la mitad o más de los habitantes de un pueblo; o por qué los conflictos entre reinos se prolongaban tantos años en guerras que parecían no tener final.


A nosotros personas del siglo XXI, nos parece difícil entender cómo estos fenómenos podían ser asimilados por las personas del siglo XIV. Nuestra forma de pensar se basa en el raciocinio y se pretende encontrar una explicación científica de los fenómenos naturales y sociales. Pero no olvides que en esta época la ciencia como tal no existía, la ignorancia estaba muy extendida, eran pocos los que podían leer y más pocos aún los que asistían a una universidad; por lo tanto, las personas buscaban las explicaciones en fenómenos sobrenaturales. Probablemente, este periodo fue como pocos en la Historia: uno en que se convivía cotidianamente con la muerte, en que la seguridad en los bienes las personas era muy limitada, en el que la existencia adquiría tintes dramáticos con el afán de sobrevivir en un mundo oscuro, incierto, fanático y violento donde reinaba el caos.
La primera manifestación de la crisis se trató de una crisis demográfica expresada en un desequilibrio entre 1a producción y los recursos. Los historiadores piensan que el origen de esta crisis se encuentra en la presencia de oleadas sucesivas de hambruna, seguidas de la disminución de la población. Recuerda que en siglos anteriores la población europea se duplicó alcanzando una alta densidad de población. La forma en que esta población fue alimentada ya la conoces bien: innovaciones tecnológicas, expansión de las tierras cultivables, sistema de rotación trienal. Sin embargo, estas innovaciones fueron insuficientes cuando la población siguió creciendo; en otras palabras, los avances tecnológicos, aunque importantes, no fueron suficientes para producir la cantidad de alimentos que se necesitaba y al inicio del siglo XIV la agricultura se estancó: la producción había llegado a su límite. Se cultivaron más tierras, pero muchas de ellas no eran las más aptas para la producción agrícola; los suelos más ricos fueron sobreexplotados hasta provocar su agotamiento. La tierra ya no producía todo el alimento que necesitaba una población en expansión.


Esta crisis agrícola tuvo sus repercusiones en el ámbito económico. Tú sabes muy bien que cuando un producto escasea aumenta su precio. Y esto sucedió en esta época: la crisis de producción tuvo un impacto negativo, se extendió la escasez de alimentos y se experimentaron aumento en los precios y en los salarios.


Asimismo, la población en su conjunto no pudo consumir la misma cantidad de alimentos que en generaciones anteriores, por lo que la hambruna estuvo presente en la mayor parte de la población ocasionando un estado crónico de malnutrición y favoreciendo que los organismos, inmunológicamente débiles, estuvieran más propensos a las enfermedades. ¡Se calcula que en algunas regiones de Europa el promedio de vida descendió a tan sólo 20 años!


En estas circunstancias la llegada de nuevas enfermedades resultó catastrófica. Una de ellas, la peste negra, había llegado de Oriente al parecer trasladadas por unas ratas en un barco genovés. A mediados del siglo XIV, se había extendido por toda Europa occidental diezmando a la población. Junto con la peste otras enfermedades dañaban a la población: tifus, cólera y tosferina. Pero aunque se habla de una crisis demográfica, este fue un fenómeno local, de una población o una comarca. Lo que quiere decir que en ocasiones podía presentarse en un poblado, pero en otro, a corta distancia y separado geográficamente por una montaña o un río, no la padecía, debido al aislamiento en que vivían las pequeñas comunidades rurales. En cambio, la población urbana fue la que más padeció debido a la concentración de la población, al hacinamiento y falta de higiene. La epidemia se propagaba más en el verano mientras que en el invierno parecía no avanzar. La muerte arrasaba por igual, tanto a nobles como plebeyos, a sacerdotes como obispos, a hombres, mujeres y ancianos. Un historiador ha calculado que la población europea descendió de 73,5 millones en 1350 a 50 millones en 1450. Países como Francia, España, Inglaterra e Italia perdieron entre el 25 y el 30% de la población.


Ante estos hechos, frecuentemente se extendía el temor y ocurrían actos colectivos de desesperanza y pesadumbre. ¿Puedes imaginar una situación como esta?: en algunos poblados la peste dio origen a revueltas populares, mientras que en otras la incomprensión dio paso a matanzas de personas inocentes, como las que padecieron algunas comunidades judías perseguidas por la muchedumbre o personas que fueron condenadas acusadas de brujería ante la Inquisición. Los sacerdotes llamaban al arrepentimiento colectivo y los predicadores exhortaban la conversión a través de inflamantes sermones apocalípticos. Bandas de flagelantes vagaban de aldea en aldea extendiendo el miedo y el temor. La vida cotidiana se convertía en una tragedia permanente.


El tercer fenómeno que ocasionó la mortandad fueron las guerras, que provocaban la destrucción de las cosechas, la inseguridad de los caminos, el saqueo de las poblaciones y la extensión de las epidemias. Los ejércitos, aunque eran reducidos en comparación con otras épocas, contaban con armas de mayor poder destructivo. Su motivación para ir a la guerra era la promesa de recompensas derivadas por el botín obtenido por vencer a los enemigos.


Entre estos conflictos, el más prolongado fue la Guerra de Cien Años, que enfrentó a ingleses y franceses en un conflicto bélico con interrupciones entre los años de 1337 a 1453, el cual consolidó un sentimiento de unidad y fortaleció el poder de estos monarcas sobre sus respectivos feudos. El origen de la guerra fue la muerte del rey Felipe III, de Francia, sin descendientes varones. Entonces dos familias reclamaron el trono para sí: los Valois, que presentaron como heredero al sobrino de Felipe y Eduardo III rey de Inglaterra, quien también tenía un sobrino con aspiraciones al trono.


En el fondo, esta sucesión fue el pretexto porque tanto ingleses como franceses estaban interesados en controlar el ducado de Flandes, hoy en día Bélgica, debido al vigoroso comercio que representaba esta región y Francia quería apoderarse del ducado de Aquitania, bajo protectorado inglés, con sus lucrativos viñedos y su puerto de Burdeos. La guerra se prolongó más de lo esperado, con periodos relativos de paz y preparación para reanudar la guerra; en estas circunstancias, sumadas por la peste y los excesos de impuestos, generaron revueltas campesinas en Francia, una de las cuales fue sometida violentamente por los mismos ejércitos reales ocasionando la masacre de más de 20 mil personas. La guerra finalizó hasta 1453 cuando un ejército francés mejor dotado por el uso de la moderna artillería, expulsó a los ingleses de Normandía, Aquitania y Calais en 1453.


La crisis demográfica y económica a la Postre favoreció la consolidación de las monarquías nacionales, que obtuvieron mayor poder a costa del debilitamiento de los señores feudales. Este fortalecimiento se debió a la creación de ejércitos profesionales en los cuales 108 soldados obtenían una paga directa por sus servicios –aunque en ocasiones este pago no era otro que el derecho a saquear las poblaciones–; sin embargo, el punto es que lentamente se sustituyó el concepto de lealtad para apoyar al rey por el de contrato, un servicio específico para la guerra. Asimismo, las monarquías se consolidaron por establecimiento de la corte en un lugar fijo, pues antes los reyes tenían una corte itinerante, que establecía las funciones de gobierno de un lugar a otro. Se creó, asimismo, un cuerpo especializado para las relaciones con otros reinos, los embajadores. Y se mejoró la administración del territorio, cobrando impuestos y aplicando la ley funcionarios en nombre del rey, en comparación del sistema feudal que delegaron estas funciones al señor feudal.


Los reyes no sólo aspiraron a controlar a los señores feudales sino que también pretendieron influenciar los asuntos eclesiásticos e imponer su autoridad sobre la jerarquía eclesiástica de sus reinos. Lejano era el tiempo en que los papas coronaban a los reyes, más bien, los reyes deseaban coronar a los papas. En este contexto, ocurrió el Cisma de Occidente, entre los años de 1309 a 1407, en el que se rompió la unidad de la Iglesia Católica Romana. Recuerda que un rasgo de la civilización occidental en la época medieval fue la unidad a partir del cristianismo, mantenido por jerarquía de la Iglesia. En el año 1054 se produjo el Cisma de Oriente, es decir, la separación de la iglesia con sede en Bizancio y encabezada por un patriarca y la Iglesia de Roma, a partir de entonces los cristianos de Oriente se llamaron ortodoxos (palabra de origen griego que significa opinión correcta). Sin embargo, en el Cisma de Occidente la Iglesia de Roma se separó debido a las intenciones de los reyes de controlar al papado, de tal manera que en este periodo se tuvo hasta la presencia de tres papas al mismo tiempo. Aunque al final de cuentas las diferencias se resolvieron, el poder temporal de los papas quedó muy debilitado.


Fuente: Lemus Delgado, Daniel y Claudio Morales Sandoval, Historia Moderna y Contemporánea desde la fragmentación del sistema feudal hasta el Congreso de Viena, México, 2007, editorial Limusa, Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, pp. 42-69.

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